Afilado el segundero raspa el tiempo,
cicatrices que algunos llaman arrugas
enemigas un día frente al espejo.
Los cristales rotos gritan como agujas.
Buscarás imágenes perdidas
en la niebla que oculta los recuerdos;
verás jaulas custodiando a tus muñecas
para que no las puedas sentir entre tus dedos.
Y tus yemas llorarán y se harán duras
y las uñas esmaltadas por el viento.
Derrotada dejarás volver la niebla,
afilado está esperando el segundero.
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