miércoles, 15 de junio de 2011
LOS ÚLTIMOS VERSOS
La memoria no daba para más. Existen límites químicos, como existen límites físicos, lo cual viene a demostrar que la capacidad de almacenamiento siempre es finita. Así que tuvo que ingeniárselas para idear un código de escritura en relieve con el fin de dejar constancia de sus poemas, que ya no le cabían en la cabeza. Sabía que en un pasado mucho más amable, los ciegos usaban el sistema Braille; sin embargo, no conseguía hacerse ni una remota idea de en qué podría consistir.
La expresión «basado en seis puntos» constituía para él un verbalismo sin sentido. Pero a la fuerza ahorcan, y él se había buscado la vida hasta dar a luz su propio alfabeto. Papel no le faltaba.
Pero había algo que no podía hacer. Y cuando la melancolía creció hasta volverse más grande que el hambre y que la sed y que la soledad en aquel mundo devastado, abrió la última lata de luz y leyó una vez más los versos inmortales del libro que guardaba como un tesoro.
Después, solo la muerte.
Mir, 3 de diciembre de 2010.
Escrito en la estación de tren de Burgos.
Escrito en la estación de tren de Burgos.
ÁNGEL DE AMOR
No era un fantasma quien surgió entre la niebla; el callejón resucitó con el sonido de sus tacones presurosos, con un balanceo tal que dibujaba eses incandescentes en los costados del vestido. Mas en el silencio y en la cercanía, los gatos dejan de ser pardos. «Hola», la sorprendí junto al portal. «¡¡Ah!!», y me sonrió confusa al ritmo de un tirabuzón; luego bajó la vista para vivir dentro de su pequeño bolso: buscaba la llave. «No vas a entrar, ángel de amor», le dije. «Ah… ¿no…?» Disparé bajo el ombligo de su coquetería, hacia arriba, para darle más impulso a su doliente abrir de ojos. Arrodillada primero, tumbada después, me habría muerto por conservar su iris. La sangre de su comisura dificultaba sus últimas palabras: «No le digas al párroco que fui… yo… quien asesinó…» «Al pequeño», completé. Así quedamos junto al agua gris y culpable de la bajante exterior.
Santiago Gallego
CAFÉ CON CHURROS
A veces faltan palabras, o sobran, o las utilizamos mal. Si digo que te quiero, aunque lo sienta en el alma, te estoy diciendo lo de siempre. Lo de ayer, lo de antesdeayer y lo de entonces.
Sin embargo, si te dijera "café con churros", levantarías la cara, sonreirías y sabrías que te estoy hablando de aquella mañana en la que estuve a punto de besarte.
Carlos Gismera
Sin embargo, si te dijera "café con churros", levantarías la cara, sonreirías y sabrías que te estoy hablando de aquella mañana en la que estuve a punto de besarte.
Carlos Gismera
APNEA
Firmé con él y todo nos parecía nuevo,
los cuadros de un extraño y aquella llave usada.
El olor de un regalo envuelto con periódicos,
que fuimos descubriendo lentamente,
se volvió lugar común en nuestras fosas nasales.
Y fumamos los meses apurando las colillas,
haciendo nuestra vida en esas viejas sábanas,
que hoy ásperas no admiten más jabón.
Y efervescentes se deshacen como pastillas
en el agua vacía del tedio.
Andrea Pelegay
"Al encuentro de todo"
LA VIDA EN LOS MÁRGENES
Ni nunca ni siempre ni ninguna
palabra trampa para este tiempo
puro como un cometa desatado
de su constelación.
Sólo hábiles contornos desdibujados,
firmes fronteras fugaces.
La felicidad borrosa de un miope
que despierta en la cama con alguien.
Laura Casielles
"Los idiomas comunes" (Hiperión, 2010).
MÓRTICE
En el centro del anticiclón,
Mórtice podríamos llamarlo,
El sol no es una bendición
Y los torbellinos son de molicie.
Los latidos son pequeñas muertes
Que se oyen allá a lo cerca,
Y los amagos de brisa son milagros fugaces
Que mueren al primer intento de caricia.
El aire, si es que alguna vez lo hubo,
Es un obeso que entra por la nariz
Con un saco de cemento
Para dormirse en tus pulmones.
En el corazón del mórtice
Es contraproducente cualquier
Tipo de esfuerzo físico o mental.
La vida desciende a las manos y a los pies
Como un ancla abatida,
Y el cerebro es una ballena varada.
Por ello, me resulta fascinante
La nitidez con que te evoco,
Bella y espectral,
Tras el ruego magro y encarecido
Que se ahoga a orillas de mi bocaCarlos Rodrigo
lunes, 13 de junio de 2011
UNA CASA
Quiero una casa.
Una casa no para tener.
No para retener
hombres alabando mis potencias,
mujeres invocando mis gracias.
No para guardar el humo denso del tabaco
detrás de las ventanas,
ni las risas, el vino o las confusiones;
ni los niños, los amores o las desgracias.
No para mantener protegidas las palabras
tras silenciosas puertas atrancadas.
Una casa,
sólo para tener jardín
y cultivar esperanzas.
Una casa no para tener.
No para retener
hombres alabando mis potencias,
mujeres invocando mis gracias.
No para guardar el humo denso del tabaco
detrás de las ventanas,
ni las risas, el vino o las confusiones;
ni los niños, los amores o las desgracias.
No para mantener protegidas las palabras
tras silenciosas puertas atrancadas.
Una casa,
sólo para tener jardín
y cultivar esperanzas.
Víctor L. Briones.
Publicado en Acercamientos (07/05/2009)
http://acercamientos.blogspot.com/
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